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NUESTRA HISTORIA

CASA LEAL es más que una marca de café: es el latido de mi familia, lleno de tradición, amor y la rica tierra de nuestra tierra natal.

Mi relación con el café comenzó antes de que yo lo recordara. En nuestra familia, incluso a los bebés se les daba un pequeño sorbo: una suave iniciación a un ritual para toda la vida. Ese primer sabor, cálido y terroso, marcó el comienzo de algo sagrado. Desde entonces, el café no fue solo una bebida: fue una sensación, una conexión, una forma de vida.

Nuestra historia comienza en La Goleta, un pueblo escondido entre las brumosas montañas de Amatepec, en el Estado de México. Allí, entre las exuberantes colinas y el apacible murmullo de la naturaleza, mis bisabuelos plantaron los primeros cafetos a mano, con solo esperanza en sus corazones y fe en la tierra. Los cuidaron como familia, y a cambio, la tierra nos dio algo extraordinario.

Mi abuela llevó ese legado con orgullo. Pasó su vida entre los cafetos, con las manos manchadas por la tierra y el corazón atado a los ritmos de la cosecha. Tostaba cada lote a fuego vivo, con el recuerdo en la mano, y vendía cada café con historias entrelazadas. Mi madre creció a su lado, aprendiendo cada paso como un rito sagrado: la recolección, el secado, la molienda, la preparación. El café estaba en nuestra sangre, tan familiar como nuestro apellido.

Incluso ahora, mi abuela sigue cultivando su propio café, con manos firmes y curtidas, y con el espíritu más aguerrido que nunca. Ella es la guardiana de nuestro legado: el alma de cada grano.

Cuando me mudé a Estados Unidos, esa conexión nunca me abandonó. Cada vez que mi abuela me visita, trae bolsas de café recién tostado, envueltas en tela y cuidadosamente guardadas en su maleta, aún calientes con el aroma de nuestra tierra. Nos sentamos a la mesa de mi cocina, con el vapor elevándose entre nosotras, y de repente estamos de vuelta en La Goleta, rodeadas de risas, historias, cantos de pájaros y el aroma a tierra mojada y humo de leña. Solo una taza, y estamos en casa.

CASA LEAL es mi carta de amor a ese lugar, a mi familia, a cada generación que entregó su corazón a esta tierra. No es solo café: es herencia, devoción y el eco de cada mañana compartida en la mesa de la cocina con nuestros seres queridos.

Cada grano es parte de nuestra historia: cultivado con esmero, cosechado con orgullo y tostado con alma. Lleva la calidez de nuestras tradiciones y el espíritu de La Goleta en cada sorbo.

Gracias, de verdad, por estar aquí. Por permitirme compartir un poco de quiénes somos. Por invitar nuestra historia a sus mañanas, sus hogares, sus corazones.

De nuestra alma a tu taza: bienvenido a CASA LEAL.

Con todo mi amor,
Yasmín